jueves, 27 de enero de 2011

De la mano de la preocupación...

Hoy entiendo algo que, si bien me era conocido, no lo había hecho consciente. Y es que mis sentimientos menos nobles surgen de estados de angustia o preocupación. Es ahí cuando comienzo a envidiar, a sobrecontrolar, a prejuiciar y enjuiciar a los otros, a desatar peleas internas, a codiciar, a maldecir.
La angustia me contacta con la desesperación y la sensación de que el que sobrevive es el que grita más fuerte, el que muerde primero, el que se "aviva" egoístamente.
Lo más peligroso de ello es que lo anteriormente mencionado comienza a validarse "porque así es la vida, sacrificada, injusta, Dios le da sombrero al que no tiene cabeza" etc etc etc.
Con la preocupación de la mano, me despego del presente, y me sumo en la ansiedad del futuro y la frustración del pasado. Me lo como todo porque todo se puede acabar, genero reservas inútiles porque quiero ganar una competencia que nadie más que yo ha inventado.
TAN absurdo que me da un poco de vergüenza escribirlo, pero a la vez me parece absolutamente necesario.

En cambio, desde el otro lado de la vereda, desde la confianza plena, desde el amor y desde la paz interior, las cosas se vuelven diametralmente diferentes. En un mundo donde todos confiamos, somos cooperadores, generosos, empáticos, amorosos. Despreocupados, no nos interesa atesorar cosas materiales, ni ciframos nuestra calidad humana en lo que tenemos, ni centramos nuestras relaciones en la competitividad.

La paz interior (recomiendo seguir el link) nos lleva inevitablemente a la evolución.

2 comentarios:

Silvia Maldonado C. dijo...

Muy buena reflexión. Ideal es mantenerla presente día a día. Cariños Slvia

Mujer Activista dijo...

Amiga: Estoy aquí, y como tu me has dicho en muchas ocasiones "te leo y me veo reflejada en tus palabras." Sí, puede ser así a veces, una locura lo que significa vivir en esta sociedad tan comptetitiva, llena de "metas", de "necesidades", cosas que nosotros nunca hemos querido ni pedido, pero que sin embargo se han vuelto parte de nuestra humanidad. Y a pesar de que, como tu dices, incluso da "verguenza" admitirlo, yo lo veo así: tienes una capacidad asombrosa de reconocerte y ser consciente de lo que te envenena. No es ese el primer paso para salir de ahí? No puedes avanzar a ninguna parte sin ese primer paso, Calu. Y confío plenamente en que esas rabietas se harán cada vez más cortas, más distanciadas, y menos importantes.

Porque ya lo son. Hizo falta escribirlo y se disipó; hizo falta mirarlas a la cara, y se espantaron. Veo una persona creciendo y avanzando con seguridad y pasión. Y eso es todo lo que debes hacer, vivir con pasión, intensidad, y autenticidad.

Un abrazo linda.

Natalie